Centenares de personas acompañaron a la Virgen en su camino a Quesada. /
Una lluvia de pétalos acoge la Traída en el día más grande para la ciudad de la sierra
Dos años sin procesión se hacían muy largos para un pueblo que vive intensamente la llegada de la Virgen de Tíscar a su templo parroquial. Había ganas de desquitarse y bien que lo hicieron los miles de quesadeños que se echaron a la calle este sábado con cestos de pétalos, que sirvieron para recibir a la Virgen de Quesada tras abandonar su santuario en Tíscar. Se trataba de la Traída, el momento más emotivo del ciclo anual en torno a la patrona de Quesada y de las Villas del Adelantado de Cazorla. Todo un espectáculo que, a este paso, no sería de extrañar que en un futuro fuera declarado de Interés Turístico Nacional.
Los actos tuvieron su punto culminante a las ocho y media del sábado con una concentración de miles personas en la Cruz del Humilladero para recibir a la Virgen de Tíscar. En ese punto de acceso al pueblo, la Virgen fue descubierta de su capa protectora, se entonó la salve y comenzó una solemne procesión por las calles de Quesada. Desde ahí, con tiempo casi veraniego, todo se confabuló para que Quesada viviera su noche más hermosa, una Traída difícil de olvidar.
La Virgen caminaba a los sones de la Agrupación Musical de Quesada, tránsito lento que reproducía las estampas plásticas que en su día inmortalizó Zabaleta. Junto a la patrona, un reducido grupo de niños, cada año menos, ataviados con el traje típico de patana, esa vestimenta de la tierra que en la mujer está hecha a base de faldón largo, rodeado de dos franjas negras, delantal bordado con oro y lentejuelas, corpiño sin mangas, camisola y un pañuelo a su alrededor atado con un nudo en la delantera.
Cuando la venerada talla de Jacinto Higueras pasó por delante de la plaza del mercado, ante las diez mil personas congregadas, la Virgen se vio envuelta en una colección de fuegos artificiales, pirotecnia que realzaba la menuda talla de la Virgen en colores rojos, azules y verdes.
Al pasar por la calle Nueva, desde los balcones engalanados con colchas blancas y mantones verdes, los vecinos arrojaban al vacío pétalos de rosas, cestos enteros de flores, una lluvia de color tan abundante que la comitiva tuvo que protegerse y el trono de la Virgen quedó cubierto.
Finalmente, la Virgen de Tíscar alcanzó la Plaza de la Lonja en donde se encuentra la parroquia San Pedro y San Pablo. La iglesia abrió sus puertas y la Virgen entró en su templo. Detrás fueron pasando las personas que deseaban hacer efectiva sus últimas ofrendas de velas y flores.
Actos dominicales
Este domingo los actos siguen con la eucaristía, ofrenda de flores e imposición de medallas a los nuevos hermanos cofrades. Ya por la tarde se vuelve a celebrar otra misa, salve incluida, mientras la iglesia permanece todo el día abierta para que los quesadeños se acerquen a estar con su Virgen.